La experiencia es el conocimiento
que se gana al ejecutar una labor. Dejando de lado el hecho de que se puede
ejecutar mal una labor, y ganar experiencia poco útil (salvo para no
repetirla), se aprende más cuándo más problemas se presentan. Evidentemente si
un mismo problema se repite es que no ha habido la capacidad de resolver la
causa del problema y sólo se han atacado las consecuencias del mismo.
Ahora bien, al encontrar una
solución se genera un modelo, un paradigma. Una buena gestión de la experiencia
permite recurrir a estos paradigmas a manera de consulta o referencia y no como
fórmula indiscutible de solución. El gran error es creer que un modelo de
solución funcionará siempre bajo cualquier circunstancia.
La experiencia está ligada a diversos
factores como:
- La complejidad de la tarea. No tiene mayor relevancia la experiencia en una labor de baja complejidad.
- Cantidad de variables en juego. La misma tarea puede ser más enriquecedora y desafiante si se realiza en un entorno donde existan más variables a considerar. Por ejemplo: las expiras en la gestión de perecibles.
- Dinámica de las variables. Comportamiento de las mismas, interrelación entre ellas, rangos en los que varía su intensidad/influencia. Empleando el ejemplo anterior tenemos que no es lo mismo la expira de productos farmacéuticos que la de los alimentos debido a que el primero es en meses, y hasta años, mientras que el segundo puede ser hasta de unas cuantas horas.
- Tiempo Óptimo. El tiempo necesario para enriquecer nuestra experiencia depende de la facilidad que tengamos para aprender. Hay quienes viendo lo mismo - varias veces - no terminan de comprender por completo el motivo por el que ha funcionado la solución y, de otro lado, hay quienes con sólo leer un caso pueden asimilar dicha experiencia tal como si la hubieran vivido.
- Diversidad de coyunturas. Hacer la labor en distintas empresas durante un tiempo óptimo permite conocer otras realidades y brinda mejores reflejos pues nos dota de mayores elementos de juicio. Es válido desarrollar la misma labor en la misma empresa siempre que haya habido condiciones cambiantes a lo largo del tiempo. Aunque el aporte de esta última experiencia difícilmente podrá igualar a la primera. Si bien el desarrollo de una labor puede cambiar en el tiempo (haciéndose más compleja) es difícil que dicho cambio se iguale al cambio de realidad experimentado al pasar a otra empresa.
La experiencia es directamente
proporcional a la cantidad de situaciones que hayamos podido enfrentar y
comprender. Tomen en cuenta que no he mencionado el enfrentar satisfactoriamente las
mismas puesto que más importante que salir airoso de un problema es comprender
el problema y, esencialmente, entender el porqué del resultado (sea positivo o
no).
Resumiendo, la experiencia no se
cuenta por los años. Ciertamente, hasta sería preocupante tener demasiados años
haciendo lo mismo pues nos exponemos a crear paradigmas definitivos de solución
y a cegarnos a realidades distintas.
Recuerdo que alguna vez
conversaba con una de las ingenieras de mi equipo y quedó impresionada al
enterarse de que yo tenía quince años de experiencia en temas logísticos. Tras ver
su expresión añadí: “Por cierto, que no te impresione el tiempo porque
puede ser que sólo me haya servido para aprender cosas inútiles. La experiencia
no se mide por CANTIDAD sino por la CALIDAD de la misma”.
Eso de "yo tengo quince años de
experiencia" puede sonar a mucho pero en la realidad, llevado a valor presente,
simplemente puede ser nada. Puedo haber estado toda una vida haciendo lo mismo
y, sin embargo, alguien que apenas tiene pocos años de experiencia laboral puede
tener más visión para comprender una situación y, por ende, ofrecer mejores
alternativas de solución.
La experiencia no es una variable
CUANTITATIVA sino CUALITATIVA. Y, mientras no tengamos claro eso, seguiremos
escuchando a quien no deberíamos.
Y obteniendo los mismos
resultados de siempre.
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